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Atención plena como primer paso para el desarrollo de la inteligencia emocional

En 1983 Howard Gardner publicó el libro The frames of mind: The theory of multiple intelligences. Este libro supuso un antes y un después en la forma de entender el concepto de inteligencia el cual, anteriormente, se asociaba casi en exclusividad al cociente intelectual. Dos de las siete inteligencias definidas en un primer momento por Gardner -inteligencia intrapersonal (la que se refiere a cómo nos relacionamos con nosotros mismos) y la  inteligencia interpersonal (la que hace referencia a cómo nos relacionamos con los demás)- serían las precursoras de lo que, años más tarde, en 1990, Salovey y Mayer definieran como inteligencia emocional. Pero fue a partir de la publicación en 1995 del psicólogo, periodista y escritor estadounidense Daniel Goleman, Emotional Intelligence, cuando este constructo psicológico se hizo popular y poco a poco fue introduciéndose en las escuelas. Fue precisamente Estados Unidos uno de los primeros países que propusieron programas de aprendizaje socioemocional, tanto para adultos como para niños, siendo el Social and Emotional Learning (SEL) uno de los más reconocidos a nivel internacional.

La atención plena como requisito para el desarrollo de la inteligencia emocional

Posteriormente a la definición de inteligencia emocional de  Mayer y Salovey, surgieron muchos modelos distintos de inteligencia emocional. No es objetivo de este artículo hablar de los distintos modelos desarrollados en torno a este constructo psicológico. Sin embargo, sí es esencial tener en cuenta que todos ellos parten de una misma base: la autoconsciencia emocional es imprescindible para poder gestionar las emociones. Pero, ¿qué es la  autoconsciencia emocional? La autoconsciencia emocional es una habilidad que nos permite tomar consciencia de lo que estamos sintiendo en un momento determinado. Es, por tanto, una habilidad intrapersonal. Para esta toma de consciencia resulta esencial desarrollar la atención plena en lo que acontece o, como se conoce popularmente, “en el presente” o “en el aquí y ahora”. Algo que en principio podría parecer sencillo de realizar, en realidad, no lo es tanto. La mente tiene la tendencia de estar desconectada de lo que estamos haciendo en cada momento. Es lo que se suele conocer como “funcionar con el piloto automático”. Con frecuencia, la mente se desplaza para rumiar algo que pasó en el pasado o para especular acerca del futuro. De hecho, según un estudio realizado por Killingsworth y Gilbert (2010), esto sucede en un 46,9% del tiempo en una persona promedio. Además, se experimenta mayor felicidad cuando se está presente, aunque las especulaciones fuera del presente se basen en pensamientos agradables. Os dejo el enlace al estudio por si estáis interesados en saber más acerca de este tema.

La práctica de mindfulness como herramienta para desarrollar la atención plena

Mindfulness, cuyo significado en español es atención plena, consiste en una práctica meditativa cuyo objetivo es traer la consciencia al momento presente. Este proceso se ha de realizar sin juicio y sin expectativas para que la práctica sea exitosa. Los beneficios de mindfulness son ampliamente conocidos y van desde el ámbito personal (mayor equilibrio mental y emocional, mejora de las relaciones interpersonales o de la salud) al laboral (mayor eficacia y productividad). Podemos encontrar diversas formas y recursos para la práctica de mindfulness que básicamente abarcan el trabajo formal (práctica aislada) e informal (práctica integrada en el día a día). Si estáis interesados en saber más acerca de distintos recursos para la práctica de mindfulness, os invito a visitar la lista de reproducción en YOUTUBE.

Dada la importancia que la atención plena tiene para el desarrollo de la inteligencia emocional, las escuelas de enseñanzas oficiales obligatorias están integrando esta práctica como parte de la formación ofertada en sus centros, pero sobre este tema hablaré más en profundidad en el próximo artículo. ¡¡Hasta entonces!!

Referencias

Gardner, H. (1983). The Frames of Mind: The Theory of Multiple Intelligences. New York: Basic Books.

Goleman, D. (1995). Emotional Intelligence. Why it Can Matter more than IQ. New York: Bantam Books

Killingsworth, M. A. y Gilbert, D. T. (2010). A Wondering Mind Is an Unhappy Mind. Science, 330, 932.

Salovey, P., y Mayer, J. D. (1990). Emotional intelligence. Imagination, cognition and personality, 9(3), 185-211.

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